Ana
No todas las veces que uno va por lana, vuelve con lana, a veces vuelve trasquilado.
Ana era muy conciente del efecto desvastador que su figura producía en los hombres mayores y en consecuencia todos sus clientes no bajaban de los cincuenta años.
Ella tenía treinta, era de baja estatura y cuerpo rellenito, sobre todo en los lugares justos donde es necesario que lo sea, en síntesis, tenía un hermoso y redondo culo y dos tetas descomunales por lo grandes y firmes.
Siempre estaba de buen humor, amaba una buena comida y su trato era sumamente agradable, razón por la que, el qu...