En el subterraneo
Nunca imaginé la agradable sorpresa que me esperaba aquel día al salir del trabajo.
Era viernes y salí de trabajar un poco más tarde de lo normal.
Al salir del edificio miré mi reloj y leí las siete y quince.
El metro seguramente estaba a reventar y se iría parando mucho.
Por eso siempre procuro salir a mi hora, para no tener que lidiar con las horas pico. Pero ese viernes tuve que dejar muchas cosas en orden y el tiempo se había ido volando.
Ya comenzaba a oscurecer y caminé sin mucho afán por la avenida que me lleva a la entrada del metro; las escaleras se me...