Amor de azúcar - Capítulo 13

Amor de azúcar - Capítulo 13...

Pasaron la noche entera jugando y divirtiéndose. Y al amanecer, sus cuerpos estaban esparcidos de cualquier manera sobre la cama, ni siquiera se habían cambiado de ropa.

—¿Lucía? —murmuró Valérie.

—¿Mm?

—¿Qué hora es? —preguntó con somnolencia.

—No sé —respondió en voz baja.

—Creo que nos hemos perdido la cena.

—Con razón tengo tanta hambre.

Valérie abrió los ojos y estiró sus brazos. A su lado Lucía no parecía tener intenciones de despertarse.

—Oye —dijo tocando su brazo.

—¿Mm?

—Tomaré una ducha.

—Mjm.

Valérie rió y negó con la cabeza mientras se ponía de pie. Al salir del baño, Lucía ya se había despertado y miraba a la nada.

—¿Estás aquí o en el más allá? —preguntó parándose frente a ella.

—En el más allá —bromeó—. No puedo creer que hayamos pasado toda la noche jugando al tenis.

—Lo sé, ni siquiera sé quién ganó.

—Es verdad —reconoció—. Tu berrinche me hizo perder la cuenta —dijo poniéndose de pie y metiéndose al baño.

—¿De qué hablas? Tú fuiste la que no aceptó que yo estaba ganando.

Siguieron discutiendo mientras Lucía se alistaba, incluso siguieron durante el recorrido hasta el buffet . Se toparon de frente con Gerard y Ana que llevaban en sus manos unas copas con jugo de naranja.

—Buenos días —las saludaron con picardía.

—Buenos días —saludó Valérie apenada—. Lamentamos muchísimo no haber asistido a la cena, nosotras… —intentó disculparse pero fue interrumpida.

—No se preocupen —dijo Gerard con una sonrisa—. Sabemos que se divirtieron anoche.

Valérie y Lucía se miraron confundidas entre ellas.

—Como envidio la libido de los jóvenes —rió Ana—. No quiero imaginar cómo será la luna de miel —agregó dándole suavemente con el codo a Valérie y guiñándole un ojo a Lucía.

—¡Oh! —exclamó Lucía al darse cuenta de lo que pasaba— Sí, nosotras…

—Sí, estuvimos… —carraspeó Valérie.

—Teniendo sexo, por supuesto —afirmó Lucía con fingida seguridad.

—Toda la noche —continuó Valérie entrelazando su brazo con el de Lucía.

—Mjm —puntualizó Lucía con una sonrisa.

—Que bueno que se estén divirtiendo —dijo Gerard con un ligero rubor.

Tomó la mano de su esposa y se despidieron de las chicas para dejarlas desayunar. Cuando ambos se perdieron de vista, Lucía y Valérie soltaron la carcajada que estaban intentando contener.

—Te dije que estabas haciendo esos sonidos raros cuando golpeabas la pelota —dijo Lucía entre risas.

—Así juegan los tenistas profesionales —se defendió Valérie—. Y tú gemías más alto que yo —recalcó en voz baja.

—¿Cuántas personas nos habrán escuchado? —se preguntó Lucía sonrojándose un poco.

Su pregunta fue respondida durante toda la mañana, cuando todos las saludaron con la misma sonrisa que tenía Gerard.

Para el final de la tarde del segundo día, ambas habían decidido mirar el atardecer en la proa del barco. Se acostaron en unas sillas reclinables de exterior a descansar y mirar el cielo.

—Gracias por traerme.

—No es nada, tu compañía ha sido muy agradable —confesó.

Lucía se sonrojó un poco y se sentó en el borde de la silla mirando a Valérie.

—Y gracias por todo lo que has hecho por mí —dijo con seriedad.

Valérie la imitó y se sentó igual que ella, rozando sus rodillas, sin embargo, ninguna se movió para evitar el contacto.

—Quiero ayudarte en todo lo que me sea posible.

—No tienes por qué hacerlo.

—Lo sé.

Lucía le sonrió y bajó la mirada a sus manos.

—¿Quieres acercarte? —preguntó Valérie.

Lucía la miró confundida.

—Al borde —agregó y señaló la baranda del barco.

—¿No es peligroso?

—Un poco —rió—. Ven.

Valérie tendió su mano y Lucía la tomó. Caminaron hasta el borde, sin acercarse demasiado a la baranda y se quedaron de pie mirando el horizonte. Lucía se apoyó del hombro de Valérie y suspiró mientras se aferraba al brazo de la chica. Estuvieron en silencio un rato, escuchando el casco romper las olas del mar.

Lucía pensó que, si no confesaba lo que sentía en ese momento, no tendría otra oportunidad tan romántica como esa. El cielo ya se había pintado de rojo y la oscuridad de la noche amenazaba con aparecer.

—Me gusta mucho estar contigo —confesó.

—A mí también —respondió Valérie.

—El día de la cena en mi casa, en serio quería que me besaras.

El corazón de Valérie se detuvo al escuchar. Sus pensamientos se convirtieron en un remolino y no pudo emitir ninguna palabra.

Lucía se plantó frente a ella sin soltar su mano porque le daba más seguridad.

—Me gustas —soltó con el corazón latiéndole con fuerza.

Valérie, que ya estaba sin palabras, tomó una bocanada de aire.

—He pasado todo este tiempo intentando entender por qué me hacías sentir de esta manera. Verte, estar contigo y pasar tiempo contigo es una de las cosas más increíbles que he sentido en toda mi vida.

Lucía apretó sus manos y se acercó un poco más.

—¿Puedo besarte ahora?

Se acercó a escasos centímetros de ella y juntó sus labios con los de Valérie cuando la chica asintió.

Es muy posible que el tiempo se detuviera. El sonido de las olas se ralentizó, el sol demoró en ocultarse. La brisa dejó de golpearles el rostro por un instante.

Lucía se deleitó con el aroma dulce de Valérie que contrastaba con el sabor salado de sus labios, posiblemente por la brisa marina.

Se separaron un instante para tomar aire. Se miraron, sonrieron y volvieron a besarse. No notaron que ya el cielo se había oscurecido, no notaron el frío de la noche. Se mantuvieron en la calidez de esa burbuja que siempre se creaba cada vez que estaban juntas.


Hola! Feliz día <3

Espero que estén teniendo un bonito inicio de semana :3