El Orfanato V

- Si ella no está, yo seguiré con mi vida como si jamás hubiese existido –

Lunes 13 de Marzo de 2006

Cuando desperté ya no estaba ella en la habitación, mire el reloj y ya eran las 7:30, creí que no encontraría a nadie cuando sentí la tetera chillar en la cocina, me levante con un poco de pereza, me puse la ropa de trabajo y salí de la habitación.

Luis: buenos días, como durmió?

Julieta: bien, gracias - rasque mi nuca evitando preguntar lo que me vi en la necesidad de preguntar sin control - y Romina? ya se fue?

Romina: papá hoy no vengo almorzar, si? ya voy atrasada - dijo saliendo del baño - adiós que les vaya bien - beso la mejilla de su papá y se acercó a mí, me beso de forma corrediza por lo que la comisura de mis labios lograron probar un poco de aquella boca - cuídense

Al parecer ella no se había dado cuenta de todo lo que había provocado en mi, quizás me lo imagine, quizás no beso la comisura de mis labios y solo ver sus ojos a unos milímetros de los míos me obligo a pensar lo que yo deseaba creer, me senté a tomar desayuno, medio pan y una taza de café, la verdad es que tragaba con dificultad amenazada por la culpa de mis malos pensamientos, salimos de casa y rápido caminamos las dos cuadras restantes para llegar al taller, Luis paso al patio trasero en busca de leña, la cual trajo para prender el brasero, Don Raúl aun dormía, dos botellas de vinos vacías fue lo que encontramos junto a su colchón dentro de la oficina, calentamos agua y preparamos un par de tazas para empezar la mañana que estaba escarchada por el invierno que ya comenzaba a ser cruel con nosotros, comenzaron a llegar los trabajadores y con ellos también la vida del lugar, todos se sirvieron una taza de café caliente y varios de ellos prendieron un cigarrillo para acompañarlo, nuestras mañanas siempre eran frías, pero el calor de las risas nos inundaba y calentaba a todos por igual.

Jueves 16 de Marzo de 2006

Roma:

Queda un mes para mi cumpleaños y estoy aquí, porque no contesto sus cartas es una pregunta muy lógica en este momento, no lo hago porque ella sabrá que estoy aquí, si ella sabe que estoy aquí vendrá por mi, si viene por mi no sabré como decirle que no y lanzarme a sus brazos, si no soy capaz de controlarme, terminare yéndome con ella, si me voy con ella no podré ser médico y si no soy médico jamás seré nadie y seguiré atada al destino miserable en el cual me dejaré ganar, por eso no puedo verla, por que tendré que irme de aquí con ella.

Era de noche, mis padres como les gusta que los llame trabajaban en el turno de noche por lo que solo estaba con Luna que como cada noche cepillaba mi cabello, vi su escote y a ella mirándome a los ojos cuando yo la observaba, tuve que detenerla.

Roma: gracias - le dije avergonzada - hoy me acostaré sola, puedes irte

Luna: no necesita nada mas señorita? - me pregunto en cuanto dejo el peine sobre la mesa -

Roma: no, gracias, que tengas buenas noches - dije dándole la espalda -

Luna: buenas noches señorita.

Se fue y yo me quede con un sabor a culpa amargo entre mis labios, abrí la  ventana y mire las casas de la ciudad, escogí una y la hice su casa, para poder imaginar que ella estaba mirándome desde su ventana y que yo podía verla desde acá, cerré la ventana cuando el frío fue insoportable y me metí a la cama, por la mañana tenía que ir a clases, el lugar que mas odio en el mundo, las chicas me ignoran por ser adoptada, como si me hubiesen regalado este apellido que no merecía, a diferencia de ellas que se lo merecían por eso la vida se los dio, eso pensaba cuando la locura me susurra al oído que te buscara, y justo cuando me decidí que saldría en tu búsqueda me dormí para que en el amanecer olvidara todo lo que antes había prometido, me levante y ahí estaba mamá, con su cara de agotamiento con la que me había acostumbrado a verla, me ve, sonrió, hizo un gesto para que me sentara a su lado y me pidió una taza de café y un par de tostadas con él, yo ya estaba lista para ir al colegio cuando me coloque la mochila ella me detuvo.

Ana María: hoy no irás al colegio - dijo ya con otra tenida de ropa - iremos de compras, pronto será tu cumpleaños y eso significa una gran fiesta

Roma: no tengo muchos amigos, y los que tengo están en el orfanato

Ana Maria: - colocó su brazo por detrás de mis hombros - se lo que las niñas de esta clase le hacen a alguien en tu posición, por eso quiero que todas ellas estén aquí esa noche, quiero que te envidien y que entiendan que eres mi hija y que tu posición es totalmente merecida, si?

Luna: - ella me sonreía gustosa sobre el hombro de mi madre -

Roma: si, esta bien - sonreí -

Ana Maria: ve a vestirte - dijo mientras subía las escaleras - y luego vienes a mi habitación - me guiño el ojo y siguió su camino -

Fuimos arriba corriendo las dos con Luna, y me vestí, una camiseta manga larga con botones que casi llegaban al ombligo, un jeans azul clásico, con un cinturón café ancho,  unas botas del mismo color café y una bufanda que combinaba, quise salir corriendo a la habitación de Ana Maria, pero Luna me detuvo para arreglarme el cabello, me arreglaba los detalles mientras que yo la miraba admirando su concentración, en cuanto se daba cuenta que la veía con esa mirada me soltó y miro hacía el suelo, instintivamente puse mi mano sobre su rostro para acariciarla con ternura, quise acercarme, quise besarla, no solo lo pensé sino que también lo desee, la deseaba, sus ojos opacaban cualquier belleza que ella admirara en mi, estaba acercándome cuando escucho la voz de Ana Maria en el otro cuarto, cerré los ojos un poco molesta, pero al salir de la habitación algo en mi pecho me hizo respirar aliviada.

Ana Maria: estás pálida, te sientes bien? - dijo tomándome la cara -

Roma: no, estoy bien - le sonreí - que me ibas a mostrar? - dije pasando por su lado -

Ana María: esto - dijo levantando un colgador que cargaba un vestido negro - es un Carolina Herrera, me encantaría que te lo probaras.

Roma: - lo miré, alucine y me enamore de él - temo que si me lo pongo, no me lo voy a querer sacar

Ana Maria: bueno, bueno, entonces nos vamos - dijo tomando mi mano - estas lista?

Roma: si - suspire al verla salir y ver a Luna en el pasillo -

La miré ella lo hizo solo por unos segundos y luego esquivo mi mirada, se despidió de Ana Maria y a mi solo me sonrió, lo que menos necesitaba era su indiferencia, ya no podía soportar esta soledad abrumadora, nos subimos al auto, Hugo cerró la puerta por mi y yo baje el vidrio y quise escapar, quise flotar y volar hacía ti, pero donde estas? si yo solo conozco lo que me han mostrado hasta ahora, una lágrima quiso salir, un sollozo se me escapo y mi ego recogió ambos para guardárselos muy dentro de lo que antes era mi alma, me pudro en el interior con estos nuevos sentimientos, con las mentiras, con dejarte, conscientemente me he lastimado y se que pronto te lastimare a ti también, seco aquella solitaria lagrima y recuerdo que es el precio de mis metas.

Zapatos, maquillaje, gafas, jeans, vestidos, abrigos, chaquetas, tacos, me hice dueña de un ropero envidiable, pero me sentía vacía, intentaba no sonreír, pero mamá se daba cuenta que yo no me sentía bien, tomo las bolsas y volvimos al auto, quiso tomar mi temperatura, pero insistí en que me sentía bien, no quiso insistir y yo se lo agradecía, no era el mejor momento para hablarme ni el mejor día para estar junto a mi, agradecí el tiempo, los regalos y su preocupación, pero al llegar solo pude ayudar a Luna a entrar las cosas para volver a mi cueva y sentirme miserable una vez mas, ahí estaba Luna, junto a la puerta, sus ojos de preocupación eran un toque de ternura que no merecía, quiso hablar, pero la detuve.

Roma: que quieres de mi?

Luna: - agacho la mirada, en su mala interpretación yo la había ofendido - no quiero su dinero

Roma: - suspire - no me refería a eso, que quieres?

Luna: cuidarla - dijo nerviosa -

Roma: - me acerque a ella - quieres un beso?

Luna: - me miró, vi la confusión y el deseo en sus ojos - yo... yo

Roma: - tomé su cara - eso es lo que quieres? que te bese?

Me miro, me acerque, la mire y la bese, un beso rápido, con rabia, quería sacarme de adentro esas ganas que me consumían por ella, solo buscaba un sabor, un sabor que ahora se que es único, me enoje conmigo misma pero la regañe a ella, me odie a mi, pero solo pude demostrarlo gritándole.

Roma: sal de acá - le dije en un susurro aun cerca de sus labios -

Luna: - acarició mi brazo desnudo -

Roma: ándate - le grité al instante de sentir su tacto -

Golpee mi closet con furia, nadie me escucho, solo ella que volvió la mirada hacia atrás para ver cómo me encontraba, vi su intención de volver y le cerré la puerta, me arrodille y sentí la traición, golpee mi cabeza contra la puerta, pero era muy tarde para no hacer lo que ya estaba hecho, para arrepentirme de una decisión ya tomada, para devolver aquel beso a mis labios, era muy tarde para volver... o quizás no.

Domingo 26 de Marzo de 2006

Julieta:

Roma aun palpitaba en mi pecho como si en el amenecer nos hubieramos despedido otra vez, me desperte al escuchar salir a Romina de la habitación, ni yo ni ella trabajabamos ya eran cerca de las 10 por lo que Luis ya se había ido, busque en mi maleta, tuve que remover bastantes cosas para llegar hasta el fondo de mi maleta donde estaba su vestido, tuve que abrazarlo, tuve que olerlo, tuve que sentirlo para sentirme otra vez a su lado, estaba alucinando que la tenía a mi lado cuando llega Romina y me mira desde la puerta con dos tazas de café, suelto enseguida el vestido y ella se acerca para verlo mejor.

Romina: nicagando es tuyo -me dice sentándose a mi lado -

Julieta: es de una... de una - dude - amiga

Romina: hagamos como que te creo  - dijo pasándome la taza humeante - como se llama tu amiga?

Julieta: - tomé un sorbo - Roma

Romina: Roma y Julieta - abrió los ojos - me estas hueviando?, aunque supongo que ella es la femenina de las dos - dijo haciendo un salud con mi taza -

Julieta: que ella y yo? con Roma? yo? - levantó una ceja - bueno si...

Romina: y donde esta ella?

Julieta: en el orfanato, sale el próximo mes

Romina: de verdad? puedo hablar con papá para que la deje quedarse aquí - dijo entusiasta -

Julieta: no, muchas gracias, pero ella no se sentiría cómoda haciendo eso, prefiero arrendar un cuarto

Romina: - suspiro - bueno, ella se lo pierde, apuesto que nunca tuvieron una compañera de cuarto tan linda, rica, exquisita y provocativa como yo - dijo levantando su diminuto short, para dejarme ver sus glúteos -

Julieta: - reí - la verdad es que cuando éramos pequeñas había una Rusa espectacular - me tiro un cojín haciendo que bote la mitad de mi café - era broma mujer

Romina: más te vale.

Julieta: mejor estaba la colombiana

Se tiró arriba mío y con eso adiós café, compostura y dignidad, comenzó hacerme cosquillas, hasta que me hizo decir que ella era la mas hermosa del planeta, cuando me ganó por fin pude sacármela de encima, se sentó otra vez a mi lado.

Romina: y como sabes de ella?

Julieta: no se nada de ella

Romina: pero que clase de tonta eres, no le has enviado nada?

Julieta: si, como 15 cartas

Romina: y ella no te ha respondido?

Julieta: - negué con la cabeza -

Romina: y eso no es extraño?

Julieta: puede que no le hayan dado mis cartas

Romina: y no podemos hacer algo? no se, golpear a alguien?

Julieta: si claro, por supuesto... podríamos golpear a una anciana de 70 años que es monja

Romina: yo estoy de acuerdo, no soy muy creyente que digamos

Julieta: - golpee su hombro -

Romina: - rió - tranquila, si quieres tu la tiras al piso y yo la golpeo

Julieta: - volví a golpearla -

Romina: y que piensas hacer?

Julieta: esperar a que salga, no queda mucho

Romina: has ido a una disco?

Julieta: a las únicas fiestas que he ido han sido dentro del orfanato para navidad, año nuevo, aniversario del Orfanato y el cumpleaños de la madre superiora.

Romina: woow, deben ser carretes filetes, con desnudos y copete por todos lados

Julieta: no juegues - me reí - eran muy buenas fiestas

Romina: si claro, me imagino como perreaba esa madre, tu sabes?

Julieta: bailar reggaetón?, prefiero los lentos

Romina: - rió - esta noche saldremos - quise negarme - y no acepto un no

No pude negarme o siquiera hacérselo pensar, para ella era un hecho y mi silencio me hacía participe de su decisión, ordenamos la casa, lavamos, colgamos, planchamos doblamos y guardamos ropa por lo menos por 4 horas, ya estaba cansada, pero ella se negó a dejarme ir a dormir, solo pude ir a ducharme, mientras ella estaba metida en mi maleta buscando algo que ponerme para la noche, cuando entre al cuarto en toalla, ella tenía toda mi ropa por el suelo.

-          Puedo saber qué haces?, dije mientras ella aún seguía pensativa de rodillas al piso –

-          Acaso lo más sexy que tienes es ese vestido que te quedaría diminuto? –

-          No quiero ir sexy a un lugar lleno de personas, para que me miren como un pedazo de carne, le dije en cuanto comenzó a mirar mis piernas -

-          Me miro, te digo la verdad? Te miraría aunque estuvieras completamente cubierta –

-          Que significa eso?, le dije con inocencia y un poco de ego acumulado -

-          Nada, se puso de pie, necesito que te pruebes algo, dijo buscando en su closet –

-          Por qué me haces ir? Por qué no solo lo dejamos así y todo bien? -

-          Esto es perfecto, dijo sacando un vestido en el que dudo que entre –

-          No me gustan los vestidos, además tu misma lo has dicho, no van conmigo -

-          Yo jamás he dicho eso, lo único que dije es que ese vestido, lo apunto mientras la tela descansaba sobre mi cama, no es para ti, es de una niña, se acercó a mi oído, y tú ya eres una mujer, no pude evitar sentir el escalofrío, los nervios habían vuelto, mire sus labios de reojo y pude sentir aquel deseo culpable otra vez, pero todo quedó en eso, en un simple deseo.

Viernes 7 de Abril de 2006

Roma:

Hoy era el gran día, el día de la verdad lo llamé, porque me decidí, iré a buscar a Julieta, iré a decirle la verdad, le rogaré por perdón, por tiempo, por amor… Pero estaré ahí frente a ella para decirle la verdad.

La fiesta comenzaba a las 7 pm, con Julieta nos juntaremos a las 8 pm, en el mismo lugar de siempre, tenía dos horas para conocer a los invitados y a cierta familia que mamá insiste que tengo que conocer a fondo, pienso todo esto mientras doy vueltas en mi cama, siento la mirada de Luna, ese cierto rechazo que ahora siempre me regala en una sonrisa fría de compromiso, la siento ahora mismo con un poco de rencor después de lo que le hice, y no la culpo, la única culpable soy yo, suspire en un perdón sincero que no estoy dispuesta a pedir cuando ella me toca el hombro con delicadeza o más bien con molestia por tener que tocarme.

-          Señorita, tiene que levantarse abajo la están esperando –

-          Esperando?, pregunte girándome lo que provoco que ella se alejara de mí, esperando para qué?, volví a preguntar cuando la vi perder un poco el hilo de la situación –

-          Agacho la mirada, la peluquera señorita, la esperan en el living –

-          Suspire y me quite la pereza con el simple pensamiento de que la volvería a ver –

Eran las 5 pm, cuando mi peinado, maquillaje y vestido estaba listos, mamá entro y no pudo contener las lágrimas, intento disimularlas pero un poco de su maquillaje corrido lo evidenciaba, seguí caminando en cuanto ella se excusó para irse a retocar y en el pasillo me encontré con papá

-          Que preciosa te ves, dijo besando mi mejilla, que bueno que te encontré, ahora mismo está entrando por la puerta, la familia Klein, el padre Alex Klein, su señora Beatriz Klein y su hijo, el que quiero que conozcas se llama, Maximiliano Klein

-          El que quiero que conozcas, el que quiero que conozcas, el que quiero que conozcas, eso repetía mi cabeza una y otra vez.

Papá tomó mi mano, yo camine por cumplir llegue frente a ellos y una sonrisa se dibujó hipócritamente, salude a los padres, Maximiliano me miraba, me observaba me comía y me saboreaba por completo con solo unos segundos porque yo interpuse mi mano entre su fantasía y mi cuerpo

-          Tomó mi mano, la acaricio con dulzura y respeto antes de besarla –

-          Puedes llamarme Max, no me gustan las formalidades señorita –

-          Roma, mi nombre es Roma, dije mientras sacaba mi mano de la prisión de las suyas –

-          Señor Convit, dijo Max, llevo años fuera de este país, y jamás vi tal hermosura en ninguno de ellos –

-          Mi hija es un diamante joven Max, un diamante perfecto y delicado, de una belleza y valor incalculable –

-          Estoy de acuerdo señor, y si usted me permite, quiero conocer a esta señorita mientras paseamos por el jardín –

Papá me miró, sus padres me miraron, él me miro, y volvió aquella sonrisa falsa para darme un último empujón hacía su brazo izquierdo donde entrelace el mío, salimos al patio, aun había sol, no hacía frío o por lo menos yo no lo sentía, el por su parte no dejaba de admirarme, posó su mano sobre la mía que descansaba en su antebrazo y la acaricio, quizás con ternura, quizás con deseo, pero yo no podía dejar de pensar en Julieta, si ella me viera, me repetía una y otra vez, estaba perdiendo el control, cuando él rompió el silencio agónico que me perseguía gritando su recuerdo.

-          Es verdad lo que le dije a tu padre, me dijo mientras escaneaba mi cara por 5 vez en dos minutos –

-          Entonces lo que me intriga saber es en donde has estado, desvíe el tema para mantenerme a salvo –

-          París, Inglaterra, Canadá, China, Brasil, por varios lugares –

-          Y cual echas de menos?, pregunte para seguir teniendo el control -

-          A cuál de ellos te gustaría ir?, respondió el enseguida -

-          A China, dije sin bacilar, soy una amante de la cultura, de las historias, de las creencias por lo que China era el lugar perfecto -

-          Entonces ese es el lugar que más echo de menos por no poder compartirlo contigo, dijo para tomarme ambas manos, no eres como las otras mujeres, solo me limite a mirarlo, cualquiera hubiese dicho Paris o Brasil, pero tu dijiste China –

-          Soy una amante de la cultura, no de las compras, de la comida más que de la etiqueta, de la chimenea encendida mientras leo y no un vino costoso –

Me miro una vez más, pero esta vez sus ojos se fueron a mis labios, no quise moverme, no pude ni pestañar, cuando lo vi acercarse, sus labios a unos centímetros, sus manos que ya me había atrapado, mis ojos como testigos y la llamada de mi padre como salvavidas, se alejó de mi avergonzado y arreglo su ropa, yo aún no podía salir de aquella posición cuando veo a mi padre salir.

-          Vamos hija, tienes que conocer a los invitados, permiso Max, me llevare a la señorita –

-          Por supuesto, dijo él aun sonrojado por la situación –

Papá me llevo del brazo mientras al oído me preguntaba qué tal había encontrado a Max, yo solo pude sonreír, otra vez la máscara en su lugar, delante de los invitados que no conocía y no me interesaba conocer, los salude a todos, incluso a los padres de aquellas compañeras que en colegio se encargaban de hacer mi vida un fiasco, incluso a ellas, que con envidia escuchaban a sus madres halagarme por mi hermosura y felicitarme por mis calificaciones, ahí estaban ellas en el mismo grupo, con la misma cara, quizás diciéndose lo mismo al oído, pero yo estaba vestida de princesa y no era un disfraz, era simplemente yo.

Salude a unas cuantas personas más, hasta que vi el reloj, eran las 8:50 pm, me disculpe con quien hablaba, fui afuera, Hugo no estaba, volví a entrar, no lo vi en el living, corrí hasta la cocina donde ayudaba a Luna a colocas las copas de champagne en el bandeja

-          Hugo, te necesito, le dije y Luna me miro embobada –

-          Claro señorita, para que sería? –

-          Necesito que me lleves con alguien, ahora mismo –

-          Pero señorita, su padre lo sabe?, me mataría si sabe que la saque de la fiesta –

-          Yo me arreglo después con mi padre, te necesito Hugo –

Suspiro y yo ya sabía que había aceptado, salió por la puerta trasera y yo iba atrás de él cuando recuerdo a Luna, ella aun me mira como hechizada desde la ventana, vuelvo a entrar tomo una de las copas y la bebo al seco, ella ríe por mi falta de etiqueta, yo sonrió con su expresión, nuestras miradas mantuvieron una conversación profunda y sincera, no supe bien que me dijeron los suyos pero los míos gritaron algo parecido a un gracias, acaricie su mano 5 segundos antes de que ella temblara, le ayude con la bandeja, solo me miraba hasta que tuvo el valor de acercarse, la altura de mis tacones la hacían quedar más baja que yo, pero no lo suficiente como para no sentir sus pechos apretando los míos, quise besarla, lo desee, mi cuerpo lo deseo con locura, pero no pude porque Julieta apareció con un reproche inexistente para arrastrarme hacía la salida y dejarla a ella con una mirada disconforme.

-          Adonde la llevo?, pregunto Hugo mientras yo aún pensaba en sus labios –

-          Al orfanato, dije y me perdí en la ventana el resto del camino, solo cuando me encontré cerca Hugo volvió a escuchar mi voz, que hora es? –

-          Las 9 pm señorita, dijo estacionando el auto –

-          No quiero que me esperes, ve a la fiesta y si alguien pregunta, dile que no me has visto –

El solo asintió, no había sentido nervios hasta que sentí el viento helado de la noche, una hora de retraso y unos cuantos meses de demora hoy me hacían caminar descalza por las hojas y ramas del bosque, llegue y la vi, era su silueta, era solo una sombra pero la reconocí, era ella, mi Julieta, quise salir de mi escondite, pero me avergoncé, que le diré?, todas las preguntas se transformaban en una galaxia de incertidumbre, quise regresar pero me contuve, me decidí a enfrentarla pero alguien más llego a nuestra cita, una chica, Julieta la vio y corrió a sus brazos, ella le acarició el cabello, dejo de hacerlo para tomar su rostro y verla asentir, volvió abrazarla, esta vez fue Julieta quien se separó para dejarme ver cómo le regalaba un beso en los labios a aquella desconocida, me arrodille en el piso, me ahogue con el dolor, mi mirada se empaño con la dulce mentira de un amor real, mis vista recordó aquella escena por la eternidad infinita de unos minutos, quise salir de mi escondite para reprocharla, pero con qué derecho?, si yo misma la deje descansado en los brazos de alguien más.

Corrí en la inmensidad de la noche, por el bosque eterno de las desgracia, quizás caí varias veces, quizás ninguna pero me sentí en el suelo a cada paso, volví a salir a la calle, las lágrimas no caían, pero mi pecho seguía emitiendo un quejido de dolor intenso, un auto se acerca, de él se baja Luna y me toma con rapidez para secuestrarme dentro del auto, la escucho hablar, pero no le entiendo, la veo, pero no la reconozco, la abrazo y ella me contiene en un calor maternal que se tornó necesario aquella noche para dormir, llegamos, fiesta aun no acababa, Luna me hizo ingresar por la cocina, subí las escaleras y me tiré sobre la cama, todo con ayuda de Luna que comenzó a sacarme la ropa para acostarme, yo seguía inmóvil, mientras ella aprovechaba para mirarme con una carga de conciencia que podría parecer exagerada, estaba en ropa interior cuando me acurruque sobre la cama hecha, ella no pudo convencerme para que me moviese, a cambió solo conseguí una manta y su eterna preocupación, no sé el momento especifico en que me dormí solo recuerdo que había contado 42 caricias que parecían solo estar comenzando antes de revivir, lo que preferí nunca haber visto.

Me desperté a las 3 am, ella estaba a mi lado, con su uniforme puesto, en la misma posición en que la imagine antes de dormir, pero más bella de lo que pude concebir, no quise despertarla pero abrió los ojos en cuanto la manta tocó su piel, se acomodó en la cama y enseguida pregunto.

-          Necesita algo señorita? –

-          No Luna, no necesito nada, porqué te quedaste conmigo toda la noche? –

-          Se sonrojo, pude verlo, pude sentirlo, por si la señorita necesitaba algo –

-          Mis padres te van a retar por salir de la fiesta –

-          Yo no velo por sus padres, yo velo por usted, si usted no me regaña nadie lo hará –

-          Pero si anoche estabas sirviendo a mis padres, como garzón –

-          Eso solo lo hice para poder estar cerca de usted, dijo lo último sin poder mirarme a la cara, sin siquiera poder ocultar su nerviosismo o aquella sonrisa que me hizo sonreír también –

-          Me he portado muy mal contigo, acaricie su mano –

-          No se preocupe por mí, dijo y se levantó de la cama –

-          Me puse de pie enseguida, como no me voy a preocupar por ti si tú lo haces por mí, dije acercándome a ella –

-          Es mi trabajo señorita, dijo ella acorralándose sola entre el closet y yo –

-          Solo tu trabajo Luna?, pregunte mientras me acercaba a su cuerpo para tomar sus caderas provocando que cerrara los ojos –

-          No señorita, no es solo un trabajo –

Yo gozaba con su ternura, me alimentaba de su inocencia y mis manos como un virus se propagaban por su cuerpo en busca de algo que encontré al llegar a sus muslos, ese calor, esa humedad en mis yemas al llegar a su sexo me atrapo, su uniforme de sirvienta me calentaba, sus ojos fuertemente cerrados me volvían loca, una locura que no fue completa hasta que saque aquel uniforme, ella estaba desnuda y yo no podía dejar de mirarla, puse sus pechos contra el closet y me adueñe de su trasero, baje y mordí ambos glúteos, los abrí y metí mi lengua, no sabía que estaba haciendo, solo la quería para mí, esa madrugada no solo me adueñe de ella sino que también de su inocencia que caía en gotas de sudor sobre mi cuerpo desnudo hasta que el amanecer nos cobijó con el tierno resplandor del sol, ella dormía, mientras yo la miraba como si el tiempo se detuviera en los respiros de mi amante por despecho.

Julieta:

Hoy es el día, hice mis maletas cerca de las 7 am, Romina solo me miraba desde su cama, no comprendía que estaba haciendo, el porqué de vivir solas, cuando su padre nos abría la puerta a ambas, no entendió el concepto de intimidad por más que quise explicárselo, ella solo no quiso entenderlo, yo ya iba de salida, eran cerca de las 8, la hora acordada, quise salir por la puerta pero me detuvo.

-          Que te hacer pensar que ella estará ahí? –

-          Que nos amamos, respondí un poco molesta por su pregunta –

-          Y si no estás que harás?, pregunto mientras me soltaba –

-          Ella estará, dije decidida aun mirando sus ojos que parecían contener la verdad absoluta –

-          Prométeme algo, dijo tomando mi mano, si ella no está, déjalo así y vive tu vida –

-          lla estará Romina –

-          Entonces promételo y te dejaré ir –

-          Si ella no está, yo seguiré con mi vida como si jamás hubiese existido –

Me fui con un malestar en el estómago, no sé en qué momento esa promesa me peso, quizás cuando llegue y ella no estaba o cuando habían pasado quince minutos, tal vez cuando ya quedaban quince minutos para las nueve, justo ahí esa promesa carcomió mi alma volviéndola, no solo una fantasía de románticos, sino un nada que una vez fue un todo, lloré escondida atrás de un álamo, llore por mí, por mi promesa, por ella y su nulo amor, por Romina y la verdad, por la vida y su injusticia, por mi ceguera, por mi amor, por mi capricho y por mi Roma…

Eran las nueve en punto cuando las ramas se mueven, yo ya estaba de pie dispuesta a irme cuando mi corazón late con fuerza y me percato que es Romina, mi corazón dejó de latir cuando me di cuenta que venía a mi vergonzoso rescate, solo pude abrazarle, solo pude caer sobre ella y ella levantarme con su calor, me miro

-          Cumple tu promesa –

Solo asentí, solo vi, solo la abrace y solo pude besarla para prometerle una vez más que no volvería a existir bajo el recuerdo de Roma, la bese como un gracias con sabor a perdón, como un te quiero fraternal que ahora se confundía en un beso torpe que se tornó delicioso al pasar los segundos.

Llegamos a casa después de que ella cortara aquel beso para irnos a la habitación, comenzó a sacarse la ropa, sabía que se iba a dormir, pero no me pude controlar, me pegue a su espalda y tome su abdomen, no podía controlarme menos aun después de escuchar un suspiro, besé su cuello y ella se giró me rodeo con sus brazos y me volvió a besar, ahora sin torpezas, sin pudor, un beso con sabor a deseo y una noche con colores de despecho, me recostó sobre la cama y me hizo suya, me hizo suya hasta que se me fue la voz, hasta que la madrugada nos congelo, hasta que mi corazón dejo de llorar, ese fue el instante donde nos acostamos y abrazadas caímos en un sueño profundo donde la fantasía era mucho mejor que la realidad al abrir los ojos.

# Perdón por la demora, aquí va la continuación, gracias a tod@s por leer y seguir aquí conmigo, un abrazo enorme desde el Sur de Chile... Veersus <3