El Orfanato VI

Mire por la ventana aquel cielo nublado que me hacía ver el cadáver de lo que nunca fue en las gotas de lluvia que golpeaban mi ventana

Si ambas supieran lo equivocadas que están, si alguna de las dos se imaginara los errores que cometen las personas por el simple hecho de no hablar, que hubiese pasado si Roma hubiera salido de su escondite?, que hubiese pasado si Julieta simplemente no hubiera besado a Romina?, que hubiese pasado si la vida no las hubiera obligado a enamorarse y luego cruelmente a separarse, que hubiese pasado?, Tu no lo sabes, yo no lo sé, pero quizás no era su tiempo, la madurez era un fruto aun sin madurar, jamás se volvieron a cruzar, Roma se fue a estudiar fuera del país siempre junto al que se hizo su esposo Max, Julieta por otro lado siguió trabajando en el taller mecánico, no tenía una relación con Romina, ambas mantenían la distancia hasta que las necesidades y el deseo se hacían incontrolables y las empujaba a amanecer juntas otra vez, Luna viaja con Roma a donde quiera que ella fuera, jamás la dejo pero el peso de su amor era algo de lo que Roma se aprovechaba cada vez que se sacaba la máscara de esposa perfecta, Que pasará ahora que Roma volvió?, que se decidió por volver esperando que el destino no la obligara a verla de nuevo, que pasará?.... Ahora te lo contaré.

Miércoles 05 de Enero del 2011

Julieta:

Después de lo que paso con Romina, decidí arrendar por mi cuenta, jamás deshice las maletas porque mi ida fue algo inevitable cuando al despertar y mirarla a los ojos me entere que la había dañado en lo más profundo, seguimos cayendo en tentación, pero ahora todo más claro, ella jamás intento ser quien jamás seria y yo jamás quise nada más que una simple noche con ella.

Otro día de trabajo, estaba concentrada en arreglar la transmisión en un Mazda, cuando veo una grúa, sigo con mi trabajo y comienzo a escuchar a mis compañeros.

-          Pero miren lo que trajo la suerte a este basurero –

-          Perdón?, dijo una mujer a la que no le preste atención –

-          En que la puedo ayudar señorita?, pregunto unos de los más jóvenes –

-          Algo le pasa a mi auto, no arranca, dijo ella afligida, sonreí pero no quise mirarla –

-          Haber, veamos qué pasa, dijo el yendo detrás de ella mientras observaba sus curvas, pero que hermosura –

-          Gracias, es un Hyundai Genesis Coupe plateado del 2010 –

-          Ah, sí, el auto también es muy lindo –

Reí no pude evitarlo, él le coqueteaba y desde mi posición la voz de ella me hacía sentir incomoda, era como la de una princesa, estaba inerte con su voz cuando escucho la de Don Raúl

-          Por favor Jul, atiende tu a la señorita que estos animales la espantaran –

Sonreí detrás del capo que me mantenía lejos de su vista y a ella lejos de la mía, limpie mis manos y avance hasta ella, me dio la espalda, pero su elegante ropa decodificaba quien era en realidad, una ricachona.

-          Señorita en que la puedo ayudar?, pregunte –

-          Mi auto no… -

Se giró, y ambas nos reconocimos, fruncí el ceño y en cambió ella abrió aún más los ojos, quiso tocar mi hombro como si aún creyera que esto era una mentira o un sueño como ahora comprendo ambas tuvimos, pero retrocedí, dos veces, las mismas que ella intento acercarse, intento hablar pero su voz no pudo salir de aquella garganta que acumulaba lágrimas de un pasado que a ambas nos obligaba a morir día a día, yo en cambio tuve que retomar mi posición de empleada y volver a preguntar, siendo incapaz de mirarla o de poder respirar aquel perfume que en este momento envenenaban aquella promesa que hasta este día pensé que podría cumplir.

-          Entonces? En que la puedo ayudar? –

-          Hija revísale el auto, no creo que ella sepa mucho, dijo Raúl acercándose –

Asentí, ella aun no hablaba, me miraba a los ojos, podía sentir ese fuego que una vez a ambas nos consumió, me paralice en el instante en que su piel toco la mía, en que las yemas de sus dedos por fin alcanzaron los poros de mis brazos desnudos, me congele y solo pude apretar los dientes, Don Raúl se dio cuenta de mi incomodidad.

-          Señorita necesita que alguien la lleve a algún lugar mientras revisamos y arreglamos su auto? –

-          Se llevó las manos a la cabeza recordando algo importante, si, por favor necesito ir a la oficina –

-          Quiere que la lleve?, pregunto Don Raúl –

-          Por favor, dijo ella buscando su bolso dentro del auto –

-          Me acerque a Don Raúl, yo iré a dejarla –

-          Estas segura? Te vi un poco incomoda –

-          Muy segura, dije tomando las llaves que sus manos ya me ofrecían –

-          Espero no le moleste señorita –

-          No…no, dijo nerviosa –

Camine rápido hacía la camioneta y ella me siguió tímidamente, pare en mi puerta al no verla avanzar, supe que le incomodaba el estado de la camioneta por más que intento disimular, fui hacía su puerta y se la abrí.

-          Lo siento princesa pero el Corvette se lo deje a uno de mis empleados, me burle –

-          Julieta… dijo mirándome decepcionada –

-          Te vas a subir o llamarás un taxi? –

Se subió, sé que lo hizo solo para darme el disgusto de tener que llevarla, cerré la puerta en cuanto se acomodó en el asiento del copiloto y me subí yo también, el Ford de 1979 demoro en encender, una vez fue un clásico, pero el tiempo la ha desgastado, sigue con vida solo por el amor y aprecio de Don Raúl que nos contagia y nos obliga a repararlo cada vez que está a punto de convertirse en un montón de latas, cuando por fin encendió ella sonrió, le pedí la dirección, tendríamos que cruzar casi toda la ciudad para llegar, pero ahí estaba yo haciendo de chofer, quise hacer los cambios, pero no logre esquivar su pierna izquierda, quise disimular pero mis mejillas se enrojecieron, ella no quiso sonreír pero vi sus labios aun antes de que se girara para ver por la ventana.

Estábamos solo a unas cuadras de llegar cuando ella hizo que me detenga.

-          Déjame aquí, estaré bien, dijo ella –

-          No estoy preocupada por ti, yo solo hago mi trabajo –

-          ¿Porque eres así conmigo, después de tantos años? –

-          Años, meses, días, horas, minutos, eso no importa, siempre ha dolido de igual forma –

-          Aun me…?, la interrumpí –

-          Hace años que no, así que no te molestes en preguntar, en el instante en que me abandonaste, yo deje de quererte –

-          Yo no te abandone, no sin antes enterarme que estabas con otra –

-          Con otra? –

Pregunte y alguien tocó la ventana del copiloto mientras repetía una y otra vez su nombre acompañado de un “mi amor”.

-          Dónde estabas?, pregunto al mismo tiempo en que abrió la puerta –

-          El auto, no sé qué le paso, llame una grúa y me fue a dejar a un taller mecánico que estaba cerca y ella se ofreció a traerme –

-          Ya veo, dijo levantando su ceja izquierda con cara de superioridad, cuanto le debo señorita? –

-          No me debe nada –

-          Trajo a mi esposa sana y salva, tengo que agradecérselo, dijo apoyando sus brazos sobre el marco de la ventana y saliéndose enseguida por el miedo a ensuciarse –

-          Para mí fue todo un placer traer a su esposa, dije esto último fulminándola con la mirada –

-          Saco su billetera y de ella saco unos cuantos billetes –

-          Max, ya te dijo que no, dijo ella deteniéndolo –

-          Cariño, por favor, por la gasolina  –

Hice el cambió y quise partir pero el alcanzo a tirar los billetes sobre el asiento del pasajero, lo vi acomodar su chaqueta y abrazarla, la imagine mirándome, por un momento quizás si lo hizo, pero solo fueron los mismos segundos en que me lo imagine y luego me obligue a dejar de pensarlo, hice una parada en la gasolinera y quizás si este orgullo no pesara tanto hubiese usado su dinero que muy bien me venía, pero no lo hice, en cambió cruce la calle y se la di a alguien que la necesitaba aún más, volví a trabajar, pero mis pensamientos se quedaron con ella, con la esposa, con la empresaria, doctora, abogada yo que sé, pero la esposa de alguien más, por fin eres todo lo que querías ser me repetía una y otra vez obligando a mi alma a odiarla para no amarla una vez más.

Roma:

La mire hasta que se alejó, no lo pude evitar, es que no podía dejar de respirar el perfume de nuestra primera vez, estaba impregnada de recuerdos en los brazos de un presente que me amarraba a una estabilidad insegura, Max me separó de su cuerpo una vez más y se arregló la chaqueta.

-          Vamos rápido, te has demorado demasiado y mi padre tiene mucho trabajo –

-          Si está ocupado puedo volver otro día –

-          Estas loca?, rio, arréglate por favor –

Fui a ver a mi suegro, hace solo unos meses que no nos veíamos, él viajaba la mayor parte del tiempo a Londres, donde yo estaba y luego a Canadá donde estuve trabajando este último periodo, pero no pude concentrarme, estaba presente con ellos dos, pero mi presencia se había ido en aquella camioneta junto a ella, quizás aún la quiera me cuestione, quizás aún la extraño arremetí contra la razón que rogaba por silencio, pero mi alma no pudo callarse aun cuando Max pedía mi atención, ella siguió hablando, esta vez no en silencio…

-          Roma, por favor, atiende mujer, dijo mientras tocaba mi hombro –

-          Julieta, susurre temerosa de hechizarme nuevamente solo con pronunciar su nombre –

-          Julieta?, pregunto mi suegro, te sientes bien? Quizás debas llevarla a casa –

-          Estas bien?, pregunto Max arrodillado frente a mi –

-          Solo asentí –

-          Nos vamos a casa, tomo mi mano, padre hablamos a la noche, cuídate –

-          Cuídense –

Salí de la oficina, camine hasta el auto, Max iba preocupado, preocupado? De qué?, de que me sintiera mal?, sí, me siento horriblemente mal, porque la ternura con la que me miras es patética, porque la competencia dentro de mi corazón tiene una ganadora desde siempre, porque la guerra está ganada por ella aun antes de que comenzará por que no te enamoraste de una mujer, simplemente te casaste con una que ya tiene dueña, su nombre, sus ojos, sus labios, sus besos, sus manos, son un camino inolvidable en el mapa de mis sueños .

Llegamos a casa y escuche su ofrecimiento de té, pero no pude aceptar, mi cabeza negó por si sola, subí a mi habitación y ahí estaba Luna, yo sedienta la miraba desde el marco de la puerta sedienta por aquella ternura que me ayudaba a controlar la ansiedad por correr al pasado a buscar lo que ya perdí, cerré la puerta en silencio, no quise interrumpir su trabajo pero los deseos me forzaron a tomarla con fuerza por la cintura, ella no se resistió, nunca lo ha hecho, toque sus pecho con fuerza y la obligue a quejarse, corrí su trenza y mordí su cuello como si fuese mi presa, el odio hacía nuestra historia fallida me daba valor para tirarla sobre la cama, saque su uniforme como antes lo había hecho, la deje desnuda frente a mí y me subí sobre ella, quise besarla pero no pude, vi mi reflejo en sus ojos y no me reconocí, me había perdido hace años en lo desconocido de sus sueños, Luna me miro y tomo mi cabeza con delicadeza y me llevo a su cuello para dejarme llorar.

Ahí me quede los siguientes minutos, llorando sobre el cuerpo desnudo de la mujer que me había mantenido cuerda todos estos años,  me salí y me encerré en el baño, esa siempre fue la señal para que saliese de escena pero esta vez se quedó.

-          Señorita, por favor, no llore mas –

Me decía al otro lado de la puerta mientras el piso me mantenía lejos del infierno, quise pararme pero ya no tenía fuerzas, quise responderle, pero las palabras no salieron, solo pude verme en el espejo y sentir lastima, lástima porque lo que creí olvidado hoy me abofeteo con la fuerza descomunal de la verdad, la simple verdad de que jamás me he acostumbrado a estar sin ti…

El juicio propio es una bofetada que duele más que la piedra que te hace caer por el camino de la vida, darte cuenta que hiciste todo mal cuando quisiste hacerlo bien, es un dolor constante que te persigue desde el mismo instante en que creíste estar haciendo lo correcto, ahora ya no existirán fechas porque ni ellas ni yo recordamos cuando paso, ya no me interesa que sepan que es Jueves o Viernes, cuando en el preciso momento en que se miraron a los ojos, el tiempo se detuvo sin ninguna consideración con los demás, solo basto esa mirada, para hacer que sus ojos volviesen a mirar a la niña que alguna vez le perteneció a la otra, hoy día no recuerdo que fecha es, lo que si se es que Julieta despertó en el refugió de otro cuerpo…

Julieta

Desperté desnuda en el mismo lugar de siempre, en el refugio de mi cordura cuando los recuerdos parecían alcanzarme, junto a mí solo había un espacio vacío y helado que me hizo voltearme de inmediato, para ver una vez más como Romina se vestía y me dejaba sin siquiera ser capaz de mirarme a la cara, la mire alejarse por la puerta de mi habitación y escuche el portazo en la de salida, mire el reloj y aun me quedaba tiempo para dormir, justo cuando cerré los ojos volví a ver su rostro, el insomnio me abrazo de inmediato y me obligo a dar vueltas y vueltas en aquella cama fría e insípida, mire por la ventana aquel cielo nublado que me hacía ver el cadáver de lo que nunca fue en las gotas de lluvia que golpeaban mi ventana, me gire dándole la espalda a la realidad e intente dormir unos minutos más, mi inconsciente la traía de vuelta en un sueño que duro un par de horas, la quise besar pero se fue en el instante mismo cuando el teléfono comenzó a sonar.

-          Aló, dije aun dormida –

-          Vendrás a trabajar o necesitas invitación, dijo Don Raúl al otro lado del teléfono –

-          Me levante y miré el reloj eran las 10 am, voy enseguida –

-          Apura, que tienes que llevar un auto, corto –

Casi me meto a la ducha con el teléfono en mano, pero lo solté antes de que callera el agua sobre mi cuerpo lleno de aquel sudor que no me pertenecía, los besos de Romina se iban por la alcantarilla, al salir de la ducha y mirarme al espejo me di cuenta que aún tenía un par de marcas en el cuello que se demorarían en borrarse aún más que toda la noche que pasamos juntas, me vestí y en quince minutos ya estaba entrando por el taller donde los comentarios eran innecesarios pero imprescindibles.

-          Buenas noches, dijo uno levantando ambas cejas –

-          Tuvo que haber estado muy buena, complemento otro desde abajo de un auto –

-          Don Raúl, perdóneme, le dije al verlo salir de la oficina –

-          Que no se vuelva a repetir –

-          Por supuesto que no, dije para luego suspirar –

-          Eso fue un suspiro de amor?, pregunto –

-          No, le dije enseguida –

-          Hablando de amor Don Raúl, quien irá a dejarle el auto a esa hermosura? –

-          Don Raúl lo miró y me paso las llaves –

-          Pero Don Raúl, tengo que ir yo? –

-          Si, dijo autoritariamente, su marido llamo esta mañana para que vayan a dejar el auto en esta dirección –

-          Bueno, dije recibiendo el papel de mala gana –

-          Tienes que ir enseguida Julieta –

-          Ya voy, dije a regañadientes –

Me subí al Hyundai, mire la dirección, y partí, mis manos temblaban y sudaban sin parar, el aire me faltaba en cuanto me vi cerca del destino, estacione frente a un enorme portón, el guardia me hizo pasar y tuve que conducir varios metros antes de llegar a las afueras de la mansión, una señora bien vestida salió a recibirme, me baje del auto y limpie mis manos en el overol antes de siquiera mirarla, me gire y ella me recibió con una sonrisa.

-          Usted va a recibir el auto?, le pregunte –

La señora no contesto, en su rostro ya no existía aquella sonrisa cálida y sincera que me había regalado con anterioridad, ahora me miraba atónita como si hubiese visto un fantasma o algo parecido, iba hablarle nuevamente cuando veo en la puerta a la que un día llame mi amor, quise irme pero su llamado me detuvo, quise no mirarla, pero mi orgullo se debilito, quise olvidarla, pero sus pasos acercándose me petrificaron obligándome a recordar cada mísero detalle de su todo.

-          Julieta no te vayas, dijo tomando mi brazo –

-          ¿Julieta?, pregunto la señora –

Me miro una vez más antes de tocar su cabeza, corrí hacía ella cuando sentí que se desvanecía, la tomé y caí al suelo con ella, logré sostenerla para que la caída no fuera tan dura, pero terminamos de igual forma ambas en el suelo, Roma se acercó para ayudarme, ninguna de las dos entendía nada, por suerte el jardinero nos vio y corrió hacía nosotras, los tres la subimos hasta su habitación donde recién volvió a reaccionar, Roma fue por un vaso de agua mientras que yo me quedaba a su lado solo por el hecho que no dejaba de apretar mi mano.

-          Julieta, decía una y otra vez –

-          Que sucede? Usted me conoce? –

-          Querida estas bien?, pregunto un hombre entrando a la habitación sin llamar, y usted quién es?, me pregunto –

-          Es Julieta, dijo ella –

-          El tipo me miro, sal de aquí, me dijo casi en un susurro –

-          No le entendí por lo que me quede junto a la señora que seguía mirándome –

-          ¡SAL DE AQUÍ!, dijo –

Ni siquiera me dio tiempo de contestar, me tomo con fuerza del brazo y me saco de la habitación para cerrarme la puerta en la cara al mismo tiempo que veía como la mujer que estaba acostada, se levantaba para reprimir aquel reprochable acto que cometía su esposo, negué con la cabeza confundida y baje las escaleras, iba a salir con rapidez por la puerta cuando recuerdo las llaves que descansaban en mi bolsillo, volví y las deje sobre la mesa, me di vuelta para encontrarme a Roma en frente, sus ojos sobre mí y sus manos tocando mi brazo.

-          Tenemos que hablar, dijo ella –

-          No tenemos nada que hablar, dije yo intentando pasar por su lado –

-          Tienes razón, tomó mi brazo, no hay nada de qué hablar –

Se acercó a mi obligándome a mirar sus labios, miraba mis ojos mientras yo me debilitaba a pocos milímetros de sus labios, acerque su cuerpo con poca delicadeza, y la bese como si los años no hubiesen pasado en vano, por cada noche que la llore, por cada beso que soñé, por cada vez que un te amo se me escapo mientras pensaba en ella, por cada segundo de esta condena, la bese y la volví a besar, aun cuando vi de reojo a una de las sirvientas que nos miraba…

#Quizás me demore demasiado, pero esperaba que una persona me diese la inspiración para así poder publicar, gracias por los emails y por las grandes personas que he encontrado a través de ellos, un saludos a todos... Veersus

#Zol <3