En el auto
No llegamos a casa.
Se hacia tarde y al otro día me esperaba una jornada laboral agitada como siempre.
La vi.
Nada en ella era demasiado llamativo excepto su corta edad.
Despidiéndome nos presentaron y yo no me fui.
Hablamos de cosas generales, creo que nada memorable como suele pasar en estos casos.
Entre sus silencios entreví una luz y no pude resistir la tentación de abrir una puerta.
La besé.
Lo que pareció un insensato salto al vació resultó ser la jugada esperada y ella en ve...