Acción y reacción
Tú te muerdes el labio inferior pero no protestas. Encamino mi polla hacia tu coño y te penetro de un solo golpe. Me la has puesto dura con solo mirarme a la cara.
Arrodillate, ahora. Eso es. No me mires a la cara. Todavía no. La primera vez que supiste de mi fue a través de aquella web de relatos. Me enviaste un mail y yo te contesté. Casi siempre las cosas son más sencillas de lo que parecen. Nos empeñamos en complicarnos la existencia una y otra vez. Nos empeñamos en reafirmarnos en unas convicciones morales que nos son ajenas una y otra vez.
Como una suerte de pretexto que nos viene como anillo al dedo. ¿Ser infiel yo? ¡Nunca! Y mientras decimos eso no...