Jacinta (2)
Sigue la historia de una mujer decidida.
A partir de ese día los polvos se hicieron casi diarios. Jacinta iba descubriendo, poco a poco, todos los secretos que hacen a una mujer irresistible.
Adolfo, así se llamaba el dueño de casa, era un eximio maestro. Tenía un espíritu hedonista y disfrutaba todo lo que fuera placentero, una buena comida, un buen vino, una charla amena con amigos y fundamentalmente una buena cojida.
Tenía algo más de 50 años pero, por su elegancia y buen porte, representaba muchos menos. Era un adorador de la...