El ansiado encuentro entre Lory y Joe

Lory y Joe sus escritores aficionados a los relatos eróticos. Sienten el deseo de conocerse durante un viaje de Lory a Madrid

Jose, madrileño de pura cepa, cambió su nombre a Joe desde que estudiara High School en un instituto en Pittsburgh, concretamente en el Carrick High School, en el 125 de Parkfield Street. Sus padres lo enviaron allí para que tuviera un buen nivel de inglés antes de empezar la carrera de Bioingeniería a su regreso a Madrid.

Joe, además de buen estudiante, tenía muy desarrollada su habilidad para la narrativa, en el cole desde pequeño destacó en los concursos de escritura de cuentos, relatos de navidad y otros.

En su estancia en Pittsburgh, además de los estudios, destacó también por su éxito con las chicas. Y es que Joe era realmente encantador, alto, delgado, moreno, de pelo ondulado y ojos de color avellana. Uniendo ambas cosas, sus artes amatorias y narrativas, se aficionó por la escritura de relatos eróticos, afición que iba cultivando con el paso de los años. Ahora Joe tiene 43 años y trabaja en un grupo investigador de biomedicina, en Madrid. Publica con frecuencia relatos eróticos en diversas plataformas en internet. En una de estas plataformas entró en contacto con Lory, pues ella previamente había publicado un relato incestuoso que le gustó y le resultó muy excitante, y le escribió para felicitarla y enviarle algunas sugerencias. Se cruzaron varios emails, se cayeron muy bien, y pronto surgió la idea excitante de conocerse personalmente para cambiar impresiones.

Lory era más joven que Joe, tenía 29 años, rubia natural, de estatura media, y unos preciosos ojos verdes, muy expresivos. Un cuerpo atractivo, sensual, y una personalidad extrovertida. Lory era originaria de Perth, en Australia. Su padre era un acaudalado empresario, que se había casado con una española, a la que conoció en un viaje de negocios en Madrid. En los últimos años, el padre de Lory desarrolló fuertemente sus negocios, abriendo sedes en varias partes del mundo, entre ellas España.

Lory no era solo una chica sexi, también era muy disciplinada y muy exitosa en los estudios. Destacó en el Bachillerato y en su Grado de Economía en Harvard, y después dirección de empresas en UCLA, donde representante de los alumnos y premio extraordinario de postgrado. Esta era una de las cualidades de Lory: cuando le gustaba algo, siempre quería ser la mejor. La mejor estudiante, la mejor profesional, la mejor seductora, y esto último vaya si lo era. Pero, no, realmente no era una chica fácil que cayera rendida ante cualquier chico. Más bien lo contrario, Lory era selectiva y los candidatos a sexo con ella debían cumplir exigentes requisitos. Vamos, que no follaba con cualquiera. Además, su atractivo sexual, jugaba a su favor, para poder elegir entre los muchos machos candidatos.

Con todo su bagaje formativo, Lory pronto fue un fuerte apoyo para la expansión internacional de los negocios de su padre, y con motivo de eso, viajaba por todo el mundo, y de manera particular a Madrid, en España, donde seguía viviendo Joe.

Retomando el inicio del contacto entre Lory y Joe, tras varios emails, donde desafiaban su capacidad narrativa, con excitantes microcuentos eróticos, finalmente, en uno de los viajes de Lory, quedaron para tomar café en un Starbucks por el centro de Madrid. No se conocían físicamente y tuvieron la idea de no describirse previamente, para ver si adivinaban dentro del Starbucks quién era quién. Una idea excitante, sin duda.

Joe llevaba su clásica vestimenta casual de marca, con un plumas azul. Era invierno, casi Navidad, y hacía bastante frío por la calle. Lory llevaba una cortísima minifalda negra, pegadísima al cuerpo, pero no se notaba, porque iba cubierta con un anorak oscuro bastante largo. Cuando ella llegó al Starbucks, donde la temperatura era muy agradable, abrió su anorak, dejando ver unas preciosas piernas largas enfundadas en unas medias también negras. Joe, que ya estaba dentro, rápidamente imaginó que era ella, porque iba vestida igual que un personaje de uno de sus relatos eróticos… La verdad es que Joe sintió una excitación súbita, y le incomodó algo no dominar la situación, pero se rehízo de ello y se dirigió al encuentro con Lory.

-          La señorita Jonhson, supongo?, dijo en tono divertido y galán, mientras esbozaba su mejor sonrisa.

-          Oh, sí, claro, tú eres Joe. Por fin nos conocemos!!!. Me alegro.

-          Eres más o menos como imaginaba: una mujer preciosa. Yo también me alegro de conocerte, Lory.

Lory abrazó a Joe, diciendo que tenía muchas ganas de estar con él. Joe tuvo que emplearse a fondo en su autocontrol porque ese largo abrazo, le llenó de sangre su androgeneidad, y no quería causar una mala primera impresión a Lory. Varios cafés, algunas cookies, mucha conversación, y pronto se trataban como si se conocieran físicamente de hace muchos años. La verdad es que los emails previos y el intercambio de relatos eróticos entre los dos, favoreció mucho esta buena química.

Lory había llegado a Madrid hacía dos días desde Nueva York, y todavía tenía un poco de jet-lag. También sentía que sus hormonas necesitaban calmarse con un buen polvo, y que Joe era sin duda en ese momento el mejor de los candidatos.

Tras un par de horas en el Starbucks, Lory preguntó a Joe si le apetecía dar un paseo hasta su hotel, que estaba a una media hora caminando. Joe, aceptó de buen grado la idea, intuyendo las verdaderas intenciones de Lory.

-          Gracias, Joe. Te agradezco que me acompañes. Estoy algo cansada y me vendrá bien un poco de descanso en mi hotel (realmente en su pensamiento, Lory deseaba su compañía y echar un buen polvazo con él en el hotel).

Con amenas conversaciones caminaron por calles famosas de Madrid, como la Gran Vía y La Castellana. En esas conversaciones hablaron también de sus respectivos proyectos de nuevos relatos eróticos, lo que sin duda excitó a ambos.  Tras una buena caminata, llegaron a donde Lory estaba alojada: en el cinco estrellas Rosewood Villa Magna, donde ella tenía reservada una preciosa suite, en una de las plantas superiores.

Eran ya casi las dos de la tarde, y ella sintió un fuerte cansancio y sueño. En ese momento pidió a Joe que la acompañara hasta su habitación.

-          Joe, cielo, estoy tan cansada que me gustaría que me acompañaras para no dormirme en el ascensor del hotel.

-          Claro, Lory, será un placer acompañarte, preciosa. Y si te duermes en mis brazos, mejor, jajajaja.

Joe se dio cuenta de que era una clienta habitual del hotel por el modo preferente en que la trataron en la recepción.

-          Necesito hacer algo para no quedarme dormida ya, Joe.

Y diciéndole esto se abrazó a él dentro del ascensor, sus cuerpos se fundieron como si fueran uno y así estuvieron hasta la planta 10, donde estaba la suite de Lory. A esas alturas la erección de Joe era ya absolutamente indisimulable.

Abrieron la puerta de la suite, y Lory le dijo a Joe:

-          Siento contigo una cercanía y una confianza como si te conociera de toda la vida. Ojalá tú sientas lo mismo. Voy a dormir un rato, si quieres puedes hacerlo tú también conmigo, a mi lado. Suelo hacerlo desnuda, y me gustaría que hoy también fuera así. Para mí la desnudez es confianza y naturalidad, Joe.

-          Por mi parte perfecto, y además te acompaño en lo que a desnudos se refiere. También es algo que suelo hacer con frecuencia. Me encanta dormir desnudo, y me encanta también practicar el nudismo. Lo hago siempre que puedo.

Lory estaba de espaldas a Joe. Se quitó el anorak, los zapatos, las medias, la minifalda, la blusa y el sujetador, quedando tan solo con su tanga de encajes negros. Joe se moría de ganas por verla de frente…. y verle también las tetas y follarla. ¿Cómo serán sus tetas, se preguntaba?. Ella se giró levemente y se metió en la cama, contorsionó sus caderas para quitarse la braguita y, ya totalmente desnuda, dijo a Joe:

-          Te has quedado muy parado. Vamos, anímate tontorrón y duerme un rato conmigo. ¿No quieres saber cómo es el tacto de mi piel? Te aseguro que es deliciosa. ¿A qué esperas? Vamos, hombre!

-          Oh, sí, claro, perdona, Lory. Es que no tenía muy claro qué hacer.

-          Vamos, quítate ya esa ropita de pijito madrileño, y dame un poco de calor. Este día frío me ha dejado el cuerpo destemplado. Necesito tu calor, uhmmmmmm!

-          Lo único que, además de calor, quizás vas a sentir también algo duro ahí abajo. Le dijo, pícaramente, Joe.

-          Mejor entonces para mi… y para ti, no te parece, Joe?

Joe, tenía en ese momento una mezcla de sensaciones. Por su puesto, que estaba en la gloria de estar justo en esta situación, pero no tenía muy claro cómo actuar. El cansancio de ella lo dejó un poco aturdido.

-          Déjate llevar por ella, Joe. Pensó que eso sería lo mejor.

Se desvistió entonces totalmente, y con una bestial erección se metió en la cama junto a Lory.

-          Vamos, acércate más, tengo frío…. Y tengo ganas de ti. Dijo ella.

Sus cuerpos ahora no podían tener más puntos en contacto. Él la abrazó de espaldas y se encajaron a la perfección. La polla de Joe estaba, sin penetrarla, justo en la entrada de la vagina de Lory, por detrás.

-          Qué gustirrinín, Joe. Uhmmmmmmmmm…..Te pido que no te muevas ahora mucho porque quiero dormir. Siento tu tranca perfectamente, pero déjala ahora quietecita porque, aunque me muero de ganar por follar contigo, será mejor hacerlo dentro de un ratito, cuando descansemos.  No te parece buena idea?

-          Oh, sí cielo, mi problema, como dices será contenerme para no moverme demasiado. Me has puesto muy muy burro. Será todo un reto todo este tiempo de espera.

La punta de la polla de Joe estaba en la entrada de la gruta de Lory. Evitó moverse inicialmente y, poco tiempo después, Lory se quedó profundamente dormida por el cansancio. Como todavía no le había visto los pechos, aprovechó el momento para sobarlos y calibrar su tamaño.

-          Fácil una talla 100, pensó. Y pezones grandes y bien duritos, como a mí me gustan. Madre mía, que bien pinta esto. Y su piel es como la mejor de las telas de seda, aaahhhhhhhh!

Obviamente Joe no tenía jetlag y no podía y no quería dormir, menos en esa caliente situación. Entonces se le ocurrió la idea de follarla muy suavemente mientras Lory dormía. Comprobó que ella ya estaba en una fase de sueño profundo, se separó un poco de ella sin perder totalmente el contacto de su piel, se masturbó para volver a tener bien erecta su polla, y se volvió a pegar totalmente a su espalda, pero ahora buscó entrar un poquito en ella, mientras le acariciaba y pellizcaba suavemente los pezones. Lory todavía tenía la vagina bien húmeda por su anterior excitación, y no le costó a Joe introducirse levemente en ella. Así se mantuvieron un buen rato, Joe quería ir conquistando cada vez más el territorio de Lory, y muy poco a poco se la iba metiendo cada vez un poco más. En algo más de media hora había conseguido tenerla totalmente entera dentro de ella. En esta postura se movía muy lentamente. Lory seguía totalmente dormida pero emitía leves gruñiditos de placer de vez en cuando, y, por supuesto, seguía totalmente mojada, cada vez más. Así pasaron algo más de horas, y Joe se había mantenido sin eyacularla, con un coito tántrico muy placentero. Una técnica que él dominaba a la perfección.

Lory se giró levemente, saliendo la polla de Joe de dentro de ella. Se estaba empezando a despertar de su sueño. Unos minutos más tarde ya estaba totalmente despierta.

-          No sé que ha pasado, Joe, pero me he despertado con unas ganas locas de follarte. ¿Qué me has hecho para calentarme tanto? ¿Me has dado algún afrodisíaco? Tú no te irás ya de aquí hasta que me dejes el coño pelado y dolorido por un sexo loco entre nosotros.

-          Si te soy sincero, ya llevamos casi tres horas follando. Por eso estás tan cachonda.

-          Ahora entiendo, entonces, cómo puedo estar tan encharcada, jajajaja. Es como si me hubiera meado, jajajaja.

-          Entonces te has aprovechado de mí, mientras dormía, eh? Ahora, entonces, me las vas a pagar, porque pienso follarte hasta reventarte.

-          Dame unos minutos y verás de lo que soy capaz, añadió Lory.

Los dos seguían desnudos en la cama. Tenían un poco de hambre porque no habían comido nada y Lory llamó al servicio de habitaciones para que subieran algo para tomar. En 20 minutos llamaron a la puerta para servirlo, y Lory, totalmente desnuda, abrió de par en par la puerta al chico que lo llevaba. El pobre se quedó con la boca abierta de par en par, y casi se le cayó la bandeja. Lory se la recogió de las manos y le obsequió con un besazo en los labios.

-          Si te portas bien, mañana tendrás tu buena propina. Ahora a mantener la boquita cerrada. Has comprendido?

Las ganas de follarse de los dos eran ya descomunales, irreprimibles, y por eso tomaron rápidamente la comida. Las fresas del postre fueron a parar por distintas partes de sus cuerpos y comenzaron un juego para devorarse entre sí con sabor a fresa. La última, en la vagina de Lory, sirvió para que Joe iniciara una comida épica de su chocho. Así estuvo un buen rato, hasta arrancó de Lory su primer orgasmo.

-          Hostias, Joe, que lengua tienes, cielo, ya me ha venido el primero. Pero no te preocupes porque soy multiorgásmica, y voy a necesitar muchos más para que se me pasen la ganas. Esto no ha hecho más que empezar.

Dicho lo cual se metió la polla de Joe en su boca y empezó a comérsela como si le fuera la vida en ello. La cantidad de saliva de Lory era impresionante, y pronto le arrancó la primera lechada a su galán madrileño. Salivas y mucho semen se mezclaron, provocando arcadas en Lory, y otro orgasmo más en ella, porque Joe la había estado masturbando mientras lo comía la polla.

-          Ahora quiero sentirte muy dentro de mí, Joe. Ven y fóllame, por favor, me muero de ganas. Pero hazlo como cuando estaba dormida, tú no te muevas. Yo llevaré el ritmo de la penetración.

Lory se puso a cuatro patas en la cama y Joe entró de nuevo en ella, metiendo la puntita en la cueva de Lory, perfectamente lubricada.

-          Te has equivocado de camino, amor, quiero que entres por el otro agujero, un poquito más atrás.

Ella sacó un frasquito de lubricante del cajón de la mesilla, y Joe se lo fue poniendo en su agujero anal, con calma, hasta que vio en ella una buena dilatación.

-          Métemela ya, por favor, no puedo más. Me muero de ganas. Uffffffff, cómo me pones! Entra yaaaaaa!, por favor. Fóllame yaaaaaaa, cabronazo! A qué cojones estás esperando?

Joe entró con suma facilidad, pero los dos querían ir muy poco a poco con movimientos muy lentos. Sin embargo, no pudieron contenerse y empezaron a acelerar el ritmo.

-          Fóllame, cabrón, no pares, no pares, sigue. Así, así, agggggghhhh!, dale, dale. Siiiiiigueeeee, más, más, más.

Lory se corrió abundantemente con una buena carga de squirt y él le echó dentro unas nuevas descargas de lefa. Se tumbaron para recuperarse durante unos minutos, mientras hablaban de asuntos más banales, sus negocios, sus relatos, sus folladas, sus cosas de la vida. Pero tenían tanta sed el uno del otro, que en poco tiempo ya estaban de nuevo excitados y con ganas de seguir follando.

-          Ahora sí que va a ser por delante, y muy poco a poco. Quiero disfrutar de esa maravillosa polla, sin prisa. Hasta mañana por la mañana no tengo nada que hacer. Y espero que tú tampoco.

Durante toda la tarde y parte de la noche recorrieron todo el catálogo de posturas del kamasutra (misionero, perrito, cucharitas, tijeras, mariposa, etc.).

-          Verdaderamente eres insaciable, Lory. No he conocido una mujer más multiorgásmica que tú.  Y créeme si te digo que tengo un buen puñado de experiencias, desde la época en Pittsburgh hasta ahora. Creo que llevamos casi siete horas de sexo. Ha sido fantástico, a veces, pausado, a veces salvaje, por delante, por detrás, por los lados. Por mí basta ya por hoy. Tengo la polla más pelada que una calva reluciente.

-          ¿Quieres que nos suban algo de cena y te quedas a dormir conmigo? Dormir, eh? Dijo Lory.

Así lo hicieron, ordenaron que les subieran, ahora no algo rápido, sino bien elaborado, y en la suite, de noche, con vistas fabulosas al Paseo de La Castellana, en Madrid, disfrutaron de una magnífica cena y conversación. Lory seguía con su jet-lag y a medianoche se disculpó de Joe, porque necesitaba imperiosamente volver a descansar.

-          Vale, Lory, con la condición de que haya una sesión más y de que me dejes a mi tomar la iniciativa, dijo Joe. Me gustará que te duermas abrazada a mí, mientras te hago el amor muy lentamente.

-          Pues, a tu entera disposición, caballero.

De nuevo Joe acopló perfectamente la parte delantera de su cuerpo con la parte trasera de Lory. Esperó a que se durmiera, pero esta vez sí que acabó derramando toda su simiente en el interior de ella.

FIN DEL PRIMER CAPITULO.