Mi obsesión
Ni yo podía creerme que aquello pudiera ocurrir, pero nunca se puede tener una seguridad absoluta. Leedlo y sabreis porqué.
Se que esta historia que voy a relatar podrá parecer increíble, yo mismo, ahora que la rememoro me parece que no pudo ser así , pero así sucedió y así os la trasmito.
Raquel tenía por aquel entonces 23 años y yo 56. Había asistido a su bautizo, a su Primera Comunión, a sus cumpleaños, en fin que la conocía de toda la vida. Su padre y yo éramos compañeros de trabajo y manteníamos una gran amistad. Mi esposa y yo pasábamos, exagerando un poco, casi tanto tiempo en su casa como en la nuestra. Los f...